Baile de máscaras es el tercer poemario publicado por el zafrense José Manuel Díez. Con él ha ganado el XXVIII Premio de Poesía Hiperión. No es
un premio menor. Es, seguramente junto al Adonais,
el más importante en nuestro país; al menos en lo que a poesía se refiere.
El libro se abre con tres citas (Poe, Schumann y Gonzalo Rojas) en las que aparece el sintagma que da título al
poemario. Es una declaración de intenciones: el poeta va a hablar de sí mismo,
pero también de nosotros, del género humano. Y lo va a hacer escondido tras
unas máscaras, que le servirán para hablar del amor, de la soledad, de la
solidaridad, de la poesía…
El libro se estructura en 39
poemas, ordenados cronológicamente desde el siglo XIII hasta el momento actual.
Los títulos, larguísimos al modo
dieciochesco, presentan un personaje histórico (ficticio o no), al que usará el
poeta para hablar por su boca. Todos van fechados y acotados en el espacio. Por
él desfilan Góngora, Freud, Chopin,
Rimbaud, Casanova, Sartre, Sylvia Plath, Neruda, Huidobro y una larga
nómina de personajes.
Aparecen, a través de los ojos de
otros personajes, los miedos del poeta: el miedo a amar, el miedo a dejar de
ser uno mismo, el miedo a no recordar y, por ende, a no haber vivido; pero
también, la fe en la palabra poética, en sí mismo como creador, en la
solidaridad humana, la felicidad en lo nimio… Es una poesía desnuda de rima,
pero con un marcado ritmo musical; no en vano, el poeta es también músico. Y se
le nota.
Por último, algo muy de
agradecer: en la poesía contemporánea se achaca a los poetas que las
referencias de sus poemas se pierden, por eso se hace hermética la poesía
actual. Pero no es este el caso. Los poemas se leen bien, “se comprenden” y,
por si acaso, el poeta añade a modo de colofón, un apartado,
“Acotaciones”, donde aparece una
dedicatoria de cada poema, que si bien no “explica” el poema, sí deja entrever qué se esconde tras cada
máscara. Todo más claro, que diría Pedro Salinas.
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